El yacimiento

La isla del Fraile se encuentra en el municipio de Águilas (Murcia), concretamente en el extremo oriental de la bahía de El Hornillo, a menos de 100 m de la línea de costa. Se caracteriza por un relieve accidentado, presentando dos vertientes totalmente diferentes: su fachada SE es un acantilado casi vertical de piedra caliza, mientras que el frente NO está dominado por una ladera descendiente aterrezada en su tramo inferior. En la parte que mira a la costa, se documentan estructuras desde época romana hasta los inicios el s. XX. Frente a la misma se halla la necrópolis tardoantigua de El Cambrón que ha sido puesta en relación con la ocupación de la isla, y la Punta del Cigarro, donde se ubican los restos de una cantera de arenisca romana.

Las primeras noticias sobre evidencias arqueológicas en la isla fueron recogidas hace 250 años por el ingeniero militar Juan de Escofet, que interpretó los vestigios como parte de una obra fortificada en 1773. Con la Ley de Desamortizaciones de 1855, la isla pasó a titularidad estatal, otorgando licencias para su explotación que cambiaron de manos en varias ocasiones a lo largo de s. XIX. En 1900 la concesión se ortorgó a John Gray Watson, banquero y hombre de negocios escocés, y en 1910 pasó de nuevo a otro escocés, Alexander Borthwick; este último parece que no se personó en Águilas y delegó la compra a Hugh Pakenham Borthwick, conocido en Águilas como «Don Hugo». Este enigmático personaje conocido por haber trabajado como espía del gobierno británico durante la Primera Guerra Mundial, residió en la isla durante varios años, desde 1912 hasta 1920, probablemente. Llevó a cabo varias actividades, destacando la explotación de una cantera de láguena y la edificación de algunos inmuebles. Tras perderse su pista en los años 20, en 1968 algunos familiares intentan reclamar sin éxito sus derechos como herederos de la isla, que pasó a ser patrimonio del Estado español.

En la segunda mitad del s. XX se incian los primeros intentos de exploración arqueológica en la isla del Fraile. En los años 60 la Escuela Submarina del Frente de Juventudes realiza prospecciones subacuáticas en las inmediaciones. En los años 70 un grupo amateur de entusiastas de la Arqueología, entre los que se encontraba Félix Luis Pareja Muñoz, realizan una serie de catas. En 1974, M. Jorge Aragoneses describe huellas del expolio reiterado al que está sometido el yacimiento. En 1982 se publica Águilas desde la Prehistoria (F. Palacios), donde se deja entrever una cierta actividad arqueológica en la isla durante la década anterior. En agosto de 1975 se llevan a cabo las primeras excavaciones arqueológicas, dirigidas por Julio Mas con el apoyo del profesor José Luis Sánchez Meseguer. En abril de 1978 se autorizó otra campaña de excavaciones por iniciativa de Julio Mas, que finalmente se desarrolló en septiembre de 1979 a cargo de María Manuela Ayala Juan. Interrumpida a los pocos días por un fuerte temporal, los trabajos no volverían a retomarse hasta bien entrado el s. XX.

Con el traspaso de las competencias en Patrimonio a las Comunidades Autónomas y la creación del Museo Arqueológico de Águilas, el Ayuntamiento de Águilas vuelve a retomar el interés por el yacimiento, procediendo en primer lugar a protoger su alto valor arqueológico, histórico, etnográfico, industrial y ambiental. En 2013 la isla del Fraile fue declarada como Bien de Interés Cultural, siendo el único BIC de la Región de Murcia que extiende en su protección tanto al entorno terrestre como subacuático. El proyecto de investigación arqueológica arranca en 2020 a pesar de la crisis saniatria provocada por el Covid-19, desarrollando sus campañas con regularidad hasta el presente. Se trata de la primera excavación sistemática que tiene lugar en el municipio, liderada por la Universidad Complutense de Madrid y el Museo Arqueológico de Águilas.

A partir de los datos obtenidos en estos años, se han podido matizar o dilucidar algunas cuestiones históricas sobre el yacimiento. En primer lugar, el muro que recorre la isla documentado por Escofet parece no ser defensivo, una potente construcción de mampostería destinada a regularicar el urbanismo en terrazas. En cuanto a las piletas de obra hidráulica dispersas en distintos puntos de la isla podrían formar parte de un sistema de captación y almacenamiento de recursos hídricos, aunque las situadas en la zona baja servirían para la producción de salazones. La extensión y densidad del asentamiento aún resultan difíciles de calcular, aunque puede afirmarse que nos encontramos ante un hábitat de carácter estable cuyas actividades parecen exceder el ámbito artesanal.

Respecto a la cronología, gracias a los datos recabados se han podido establecer hasta la fecha cuatro fases de ocupación:

1.- Época contemporánea (finales s. XIX-inicicios s. XX).

2.- Época medieval (s. XII-XIII).

3.- Antigüedad tardía (s. IV-V d.C).

4.- Época republicana (s. II-I a.C).

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